Analizando la anatomía muscular de una
manera simplista, podemos decir que existen tres tipos de fibra muscular, las
fibras tipo I, con una gran capacidad para trabajar de manera aeróbica y, por
tanto, para realizar un mismo movimiento muchas veces y durante un largo
periodo de tiempo, pero con poca capacidad para desarrollar
fuerza/velocidad/tamaño, y luego tenemos las fibras tipo IIa y IIx, que son
aquellas que, por su propia naturaleza, están más capacitadas para desarrollar
fuerza además de ser aquellas susceptibles de aumentar su tamaño.
Según la
intensidad de entrenamiento, estaremos reclutando principalmente unas fibras u
otras. En ese sentido, si queremos trabajar las fibras tipo I y conseguir que
se adapten haciéndonos ganar resistencia, deberemos trabajar a una intensidad
que nos permita hacer no menos de 20 repeticiones, mientras que, si queremos
implicar las fibras tipo II, y ganar en fuerza y tamaño muscular, deberemos
trabajar a no más de 10 repeticiones máximas pues, es a esta intensidad donde se
obtiene la mayor adaptación posible.